lunes, 20 de junio de 2011

La Grave Crisis Penitenciaria de Venezuela y los Responsables Actuales


La situación carcelaria y del régimen penitenciario que actualmente presenta Venezuela, no es nueva. Ya desde el principio de la década de los 80's, se iniciaron los problemas como consecuencia lógica, principalmente del incremento de la población penal y de la falta de una infraestructura adecuada para su alojamiento.
Se implantaron las mafias con la complicidad y el visto bueno de las autoridades civiles de esos establecimientos, con la cooperación de algunos guardias nacionales inescrupulosos y la participación activa de los custodios adscritos al ministerio del interior, quienes tenían la responsabilidad directa de la vigilancia interna, por cierto sin tener ninguna instrucción técnica para asumir y cumplir en forma eficiente esas tareas.
En las cárceles venezolanas de ese entonces hasta el año 1998 se consumía drogas y se traficaba con ellas, se introducían armas blancas y de fuego, las bandas y pandillas  luchaban a muerte por lo que consideraban sus espacios y territorios, los derechos humanos eran violados y los integrantes de la cadena responsable de suministrar una alimentación decente a los reclusos los ponían a comer basura para robarse el dinero. Los traslados de los internos hacia los tribunales dependían del criterio de los directores y en casi todos los casos tenían que pagar; las asistencias médica y odontológica eran precarias y en regla general se tenía que aportar dinero para casi todo, hasta para garantizar una mínima seguridad y de esta manera preservar la vida.
Esa era la cruel realidad. Es innegable. Pero lo que jamás debemos olvidar es que con conocimiento de todos los males que nos aquejaban , como consecuencia de los desatinos de  gobiernos anteriores, el sujeto que hoy hace todo lo posible por destruir al país, realizó una serie de promesas para solucionar la problemática planteada.
Así, entre cientos de cosas, prometió literalmente acabar con los niños de la calle, también declaró que a la luz de la "más moderna constitución del mundo" terminaría con la grave crisis penitenciaria y que todos las cárceles venezolanas serían convertidas en centros de rehabilitación.
El asunto es que han transcurrido más de doce años después de esas promesas y a pesar de contar con todos los recursos financieros necesarios para la solución del problema, lo que hemos visto es la potenciación de todos los vicios existentes y la incorporación de otros delitos relacionados con el sicariato y el secuestro que en esos recintos se planifican con todas las características de la delincuencia organizada, en lo cual para alcanzar el nefasto éxito de las operaciones y garantizar la impunidad deben necesariamente participar integrantes de la población penal, de la custodia interna, custodia externa, ministerio público, poder judicial y la dirección de los establecimientos penitenciarios.
Con este escudo blindado de esa asociación para delinquir, pueden algunos reclusos sentenciados o no, abandonar sus celdas de noche para cumplir las macabras misiones ordenadas por las mafias y luego regresar como si nada. Así entra la droga, se consume y se distribuye; así ingresan armas blancas, armas automáticas y semi automáticas, granadas de mano y armas contundentes.
Muchos son los elementos de convicción que se han recopilado a lo largo de todos estos años de involución, suficientes para juzgar y sentenciar a las personas involucradas, pero es mayor el grado de complicidad entre todos los entes relacionados con el problema, que la voluntad de lograr limpiar aunque sea algo ese putrefacto sistema. Y si las personas, inmersas de alguna manera en esta trágica situación penitenciaria, que ocupan altas posiciones en el régimen, alegan que no son culpables, aún así, jamás podrían eludir la responsabilidad que tienen y deben ser sancionados, por lo menos moralmente, lo cual debe pasar por un reconocimiento de la incapacidad e ineptitud que poseen y por la renuncia a sus cargos.
Más de doce años en el usufructo de un poder corrupto para ver que en este sentido no se ha avanzado nada, para llegar a la situación de muertos y heridos ocurridos en El Rodeo, nada diferente a lo que ocurre a diario en otras prisiones venezolanas.
Pero eso si, el cinismo que caracteriza a la pandilla revolucionaria no se hace esperar, de inmediato y en coro que sale de todos los recovecos de los miembros "tuqueques" del régimen, se escucha el insulto, la descalificación, la vulgaridad y la acusación de culpabilidad de lo que peyorativamente denominan la cuarta república.
Esta es una muestra más de la incompetencia, ineptitud, incapacidad, corrupción, cinismo y desprecio total por el pueblo venezolano, de parte de una nueva especie de jauría política retardataria, resentida y especialmente corrupta que disfruta y celebra en grande todos los actos de derroche que realiza para beneficio de otros países, el indudable sátrapa quien sólo significa luz para fuera y oscuridad para su casa.
Ya van para trece años, trece años corruptos miserables...!
                                                                                                                                                                     

En esta fotografía los ministros que por ley deben garantizar la seguridad del país en todos los sentidos y su jefe inmediato, el vice presidente. Reuniones y burocracia plena, sin soluciones prácticas para nada. Por cierto, el ministro del I y J y el vice presidente podrían hablar fácilmente del historial de encapuchados que poseen y de como los actos vandálicos que realizaban, como por ejemplo la quema de vehículos si era buena para sus causas.







En esta fotografía, el comandante general de la otrora Guardia Nacional de Venezuela, Centinela Permanente de la Patria, al lado del vice ministro de seguridad ciudadana, trata de explicar el ingreso de estas armas y drogas al penal.  En todo caso debió ordenar esta explicación al actual jefe del Comando Regional Nro 5, también responsable de la seguridad de ese recinto. Seguramente lo hubiera hecho con el mismo afán que pone de manifiesto para insultar, ofender y agredir a cualquier manifestante en contra de su titiritero.