viernes, 29 de octubre de 2010

Venezuela: Un país Hipotecado


Venezuela: Un país hipotecado

Valdría la pena realizar un ejercicio de orden financiero para calcular los ingresos percibidos por el país por concepto de la exportación de petróleo desde el año 1914 en el gobierno dictatorial de Juan Vicente Gómez, hasta el último día del mandato del presidente Rafael Caldera, lo cual abarca un período de ochenta y cinco años.

No podría causarnos sorpresa el resultado, porque seguramente la sumatoria de todos esos recursos ni siquiera representaría la mitad de lo que ha ingresado por el mismo concepto, durante los últimos once años, una cifra cercana a los novecientos cincuenta mil millones de dólares americanos.

En un Estado soberano, con un gobierno serio y responsable, futurista y con una visión global del desarrollo, esta bendición de Dios, hubiera sido aprovechada para impulsar el crecimiento integral del país, para modernizar su infraestructura, construir eficientes hospitales y escuelas, mejorar las universidades, modernizar los sistemas de producción agropecuarios, potenciar el aparato productivo del país e incentivar la inversión foránea, disminuir los índices de pobreza y de delincuencia en todas sus manifestaciones, con el firme propósito de incrementar notablemente la calidad de vida de todos en general.

Lamentablemente no ha sido así, porque esta forma de gobierno castro-comunista que tenemos, se ha encargado de dilapidar estos recursos de la manera más vil.

Miles de millones de bolívares consumidos en proyectos que nunca dieron resultados positivos, generalmente concebidos durante las tertulias dominicales en el programa donde se “planifica” lo que aquí se requiere, cuya principal característica es la improvisación y la mediocridad; ejemplos de ellos, los fundos zamoranos, la ruta de la empanada, gallineros verticales, cultivos oligopónicos, diversas entidades bancarias, cooperativas, centrales azucareros y otros fiascos más, producto de una mente retrógrada y primitiva.

Por el mismo camino del derroche y con el fin único de lograr la gloria y de satisfacer su ego con un hipócrita reconocimiento internacional, el sujeto que nos desgobierna ha regalado a otros países, miles de dólares en efectivo, les ha construido, carreteras, aeropuertos, hospitales, ha regalado aviones, computadoras, ambulancias, vehículos patrulleros, les ha comprado bonos basura y ha intervenido groseramente en la política interna de los mismos.

Más de seis mil millones de dólares perdidos como consecuencia de la ejecución del mayor acto de corrupción conocido hasta ahora, como es el caso de la importación de alimentos realizada por la otrora empresa insignia venezolana PDVSA, a través de esa dependencia que peyorativamente denominan “pudreval”.

El pupilo del último dinosaurio comunista caribeño, recibió una deuda externa de unos treinta mil millones de dólares, la cual según cifras aportadas por el Banco Central de Venezuela, ya ronda los sesenta mil millones desde el punto de vista formal, sin contar los demás compromisos adquiridos mediante compras, créditos y otras negociaciones internacionales, lo que podría ubicar a esta deuda en unos cien mil millones de dólares en forma global.

Este pseudo gobernante que tiene el dudoso privilegio de llamarse presidente de Venezuela, sin control alguno se pasea por el mundo y toma decisiones unilaterales de carácter visceral, que en nada nos favorecen y comprometen al país en términos de alto riesgo.

En su afán por mostrarse ante el mundo como contrario a los intereses de los Estados Unidos, a pesar de que les suministra petróleo, ha concertado una alianza con gobiernos de entredicha reputación a los cuales de verdad poco les importa Venezuela ya que lo único que persiguen es adueñarse de nuestro principal recurso estratégico y de ocupar nuestro territorio para establecer cierto dominio de orden geopolítico, como es el caso de Rusia.

Por esta razón, ha comprado a ese país millones de dólares en sistemas de armas y equipos militares, cuya adquisición es injustificable, máxime si tomamos en cuenta las diversas necesidades de inversión que presentamos, como por ejemplo en el campo de la seguridad interna que tiene que ver con la seguridad y protección de los ciudadanos y así minimizar los actos de violencia y los cientos de homicidios que ocurren semanalmente.

Valdría la pena también, en este país donde nadie rinde cuentas, emplear una metodología eficiente para determinar la cantidad de compromisos, convenios, acuerdos y contratos que este iluminado ha firmado, que por cierto, hasta la fecha no hemos sido precisamente los beneficiados y para muestra el caso de Cuba, a la cual mantenemos, así como a Ecuador, Bolivia y Nicaragua.

Por todo lo expuesto, pensamos que no es necesario efectuar un amplio análisis para concluir que nos encontramos en una situación económica y financiera de alto riesgo que requiere con urgencia ser sincerada para que se puedan tomar a tiempo, si es que se puede a estas alturas, las medidas necesarias para evitar la debacle, porque ya Venezuela es un país hipotecado.

Edgar Bolívar R.

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