De acuerdo con las estadísticas presentadas por el Ministerio de la Salud en el año 2009, Venezuela ocupa el quinto lugar en el continente en cuanto al número de accidentes de tránsito.
Las causas más comunes de estos siniestros son, la imprudencia, el consumo de bebidas alcohólicas y otras sustancias prohibidas, el exceso de velocidad y fallas mecánicas de los vehículos.
Otra causa que poco se menciona, está relacionada con el pésimo estado de las vías de comunicación sin distinción de la clasificación de las mismas.
Vamos a tomar como ejemplo, la autopista regional del centro desde Caracas hasta Valencia, una arteria vial por donde transita un gran volumen de vehículos durante todo el día, la cual debería tener un eficiente plan de mantenimiento, de supervisión y de control.
Ese sería el deber ser, pero la realidad es conocida por todos los usuarios, sencillamente se trata de un caos. No existe iluminación en algunos tramos que así lo requieren, fallas en el sistema de señales, ausencia y deficiencia en el rayado, fallas de borde, ausencia de vigilancia y de atención inmediata en caso de accidentes y de largo a largo la presencia de huecos de todos los tamaños que en algunos casos han originado accidentes con resultados fatales.
Esta situación es una muestra del estado general de la infraestructura vial del país, completamente abandonada y sometida a la desidia, incompetencia, improvisación y corrupción de los que tienen el deber de velar por su buen funcionamiento.
Valdría la pena recopilar información sobre todos los kilómetros de carreteras que el sátrapa que desgobierna al país, ha regalado a Nicaragua, Bolivia, Ecuador, Cuba y a otras islas del Caribe. Menos mal que tenemos petróleo.
Así las cosas, cuando transiten por alguna de nuestras carreteras, no pregunten cuántos kilómetros, ni cuántos minutos faltan para llegar al destino, sólo pregunten cuántos huecos faltan.
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